24/10/23
HABLA, SEÑOR, QUE TU SIERVO ESCUCHA
“Corriendo un día, me toca un hombre la espalda y me dice que mire para atrás. Me pregunta cómo podía ser que hubiera gente que no creyera que Dios existía, y… me largué a llorar. Fue muy fuerte porque realmente entendí que para poder cambiar de verdad tenía que dejar de lado muchísimas cosas”.
Esta mañana me paro un momento a reflexionar cuándo he agradecido la presencia de Dios en mi vida; cuándo he sentido su llamada y le he escuchado.
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