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25/10/24
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¡Abre los ojos!
En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, un mendigo ciego, Bartimeo (el hijo de Timeo), estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: «Hijo de David, Jesús, ten compasión de mí». Muchos lo increpaban para que se callara. Pero él gritaba más: «Hijo de David, ten compasión de mí». Jesús se detuvo y dijo:«Llamadlo». Llamaron al ciego, diciéndole: «Ánimo, levántate, que te llama». Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo:«¿Qué quieres que te haga?». El ciego le contestó:«“Rabbuní”, que recobre la vista». Jesús le dijo:«Anda, tu fe te ha salvado». Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.