26/01/24
EVANGELIO
En la ciudad de Cafarnaún, el sábado entró Jesús en la sinagoga a enseñar; estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba con autoridad y no como los escribas. Había precisamente en su sinagoga un hombre que tenía un espíritu inmundo y se puso a gritar: «¿Qué tenemos que ver nosotros contigo, Jesús Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo increpó: «¡Cállate y sal de él!». El espíritu inmundo lo retorció violentamente y, dando un grito muy fuerte, salió de él. Todos se preguntaron estupefactos: «¿Qué es esto? Una enseñanza nueva expuesta con autoridad. Incluso manda a los espíritus inmundos y lo obedecen». Su fama se extendió enseguida por todas partes, alcanzando la comarca entera de Galilea.
A Jesús las palabras le salían del alma y con ellas tocaba el corazón de mucha gente. Le seguían porque su palabra y vida les abría las ventanas de sus pequeñas vidas. Le escuchaban porque su horizonte vital se ampliaba hasta el infinito. Hoy podemos preguntarnos dónde ponemos nuestra atención y mente y si dejamos que su Palabra nos llegue adentro. (Ed. Verbo Divino)