28/02/24
La luz de Jesús habita en mí
Prepárate a partir de la “postura básica”: Colocamos el cuerpo en la silla, respiración… Esta vez os invito a hacer un viaje con vuestra imaginación, vosotros seréis los protagonistas, yo os propondré pistas para vuestro propio viaje. Imagina que vas por un camino, es un sendero largo que se adentra en un bosque. Decides seguirlo, intuyes que te va a llevar a algún lugar interesante y caminas con ilusión (silencio). Disfrutas del bosque, sus sonidos, su olor… pero poco a poco el camino se vuelve cada vez más estrecho, más empinado, incluso se va cerrando y las zarzas lo cubren… decides seguir adelante. Peleas con cada zarza que te cruzas, y vas más despacio, ¿y si me siento? ¿no será mejor dar la vuelta? Muchas ideas se agolpan en tu cabeza, pero sigues y paso a paso vas cogiendo altura (silencio). Tu camino se despeja un poco, pero lo que te sorprende ahora es el viento, el frío, la lluvia. El cielo se ha cubierto, y una fuerte tormenta cae sobre ti. Aun así, decides seguir adelante. (silencio) La tormenta ha vuelto oscuro y confuso el bosque, pero gracias al viento llegan a ti unas voces, te diriges a ellas y te encuentras con compañeros que también están caminando, afrontando la tormenta. Os alegráis del encuentro y os sentís muy unidos por el mismo reto. Juntos seguís adelante (silencio). Parece que la tormenta se despeja y que habéis llegado a la parte más alta de la montaña, el bosque queda abajo, en la ladera. Decidís sentaros y eleváis vuestra mirada al horizonte. Se está despejando un paisaje fabuloso, aún estáis empapados por el agua, pero el sol brilla y os sentís sobrecogidos ante el valle que se abre ante vuestros ojos. No ha sido nada fácil, estáis agotados, sí… pero sentís que ha merecido la pena. En silencio, pero juntos, disfrutáis del descanso, del paisaje, de la calma… (silencio). Estás contento, sonríes y te sientes lleno de agradecimiento.