CULTURA DEL PENSAMIENTO
Abrir la mente, pensar el mundo
Responder a las necesidades de la sociedad del siglo XXI exige a los centros educativos preparar a su alumnado para que se enfrenten de manera crítica y satisfactoria a la vida y a sus problemas sociales, éticos, técnicos o del tipo que sean. Esto supone enseñar a pensar en el aula y fuera de ella. David Perkins en su libro “Un aula para pensar” afirma que es necesario “preparar a los alumnos para que en el futuro puedan resolver problemas con eficacia, tomar decisiones bien meditadas y disfrutar de toda una vida de aprendizaje”
(Perkins, 2001).


Parte de la realidad para transformarla
La Cultura del Pensamiento está muy en sintonía con nuestro compromiso de “educar personas autónomas con capacidad crítica, sensibles ante los grandes problemas del mundo, abiertos a la esperanza y comprometidos con la realidad” (CP, pg. 6). Queremos que aprendan a discernir y elegir con pensamiento y criterio propio, buscando lo esencial, abiertos a lo universal, a la vida, al compromiso con todos.

Promueve una instrucción bien comprendida
La Cultura del Pensamiento produce una fusión del aprendizaje del pensamiento crítico y creativo con el aprendizaje de los contenidos del currículo; o como dice Robert Swartz, una “infusión” de las rutinas, destrezas, etc. que supone su integración en los contenidos curriculares.

Da prioridad a la persona
La Cultura del Pensamiento supone un conjunto de metodologías activas, herramientas y estrategias centradas en la persona del alumno.

El Evangelio es el horizonte
Queremos enseñar a pensar, pero desde el corazón, es decir, pensar y sentir al modo de Jesús de Nazaret, con mente y corazón abiertos, desde la vida, especialmente desde los más pequeños y vulnerables,
