EDUCACIÓN DE LA INTERIORIDAD
Un eje que nos unifica y nos trasciende
Hoy siguen resonando las palabras de Sofía Barat: “los alumnos necesitan: hacerse interiores, aprender a ser autores de su propia vida, con un eje personal que los sostenga y los unifique como seres valiosos, únicos, irrepetibles, con unas metas claras y elevadas que los motiven y trasciendan, para llegar a ser lo que están llamados a ser”
(Santa Magdalena Sofía, 1830)
Parte de la realidad para transformarla
Una de las consecuencias del trabajo interior de la persona es una unión con todo lo que existe que lleva al compromiso por cuidar, defender y hacer crecer la vida en todas sus formas, especialmente la más débil y vulnerable.
Favorece el seguimiento personal
La educación de la interioridad es un espacio que facilita que podamos ofrecer a cada persona un itinerario de experiencias diversas que vayan ayudando desde el interior a unificar todas las dimensiones que construyen la personalidad y dan sentido a la vida.
Da prioridad a la persona
Trata de dar a cada persona “las llaves” de su propia profundidad; es decir, las claves para que ahonde en su propio ser y encuentre el sentido que la sostiene o la presencia de Aquel que se manifiesta en su interior.
Genera clima de familia
La capacidad de reconocernos desde dentro, de aprender a analizar la propia conducta y, por tanto, de la búsqueda de un equilibrio personal repercute en una relación e interacción de calidad con los entornos familiar, escolar, social y medioambiental.
Promueve una instrucción bien comprendida
La neurociencia ha confirmado que el logro de resultados está vinculado al desarrollo de emociones positivas y que éstas, son la base de la motivación hacia el aprendizaje.
El horizonte es el Evangelio
Nuestra manera específica de vivir la
interioridad se configura a la luz del
Evangelio de Jesús de Nazaret y de la
espiritualidad del Sagrado Corazón.