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APRENDIZAJE Y SERVICIO

Aprender y transformar el mundo

El ApS “combina procesos de aprendizaje con servicio a la comunidad en proyectos educativos que promueven una transformación social” (Agustín Domingo Moratalla, 2017). Es decir, ofrece al alumnado la oportunidad de aprender siendo útiles a los demás y a la sociedad. Se crea así un vínculo entre ambas realidades, de manera que “el aprendizaje aporta calidad al servicio que se presta y el servicio otorga sentido al aprendizaje”

(Roser Batlle, 2020).

Parte de la realidad para transformarla

En el ApS se parte de la realidad, en este caso, de una necesidad o problema social-comunitario, educando en una mirada crítica hacia esa realidad y con una clara voluntad de mejorar el entorno o la sociedad en general.

Genera clima de familia

El ApS es un potente generador de convivencia, dentro y fuera del aula. Por un lado, estimula capacidades y actitudes prosociales y para el trabajo en equipo; y, por otro, genera una cultura de trabajo en red en la que es imprescindible la participación, la colaboración y la implicación de diferentes personas, colectivos y asociaciones.

Da prioridad a la persona

El ApS es muy apropiado para desarrollar una educación integral de la persona, ya que tiene en cuenta de manera equilibrada
 tanto los aspectos cognitivos como los actitudinales de los procesos de aprendizaje.

Promueve una instrucción bien comprendida

Facilita diferentes tipos de aprendizajes: una visión realista y crítica del mundo, habilidades y competencias específicas del tema que se esté
 trabajando, capacidades y talentos propios puestos al servicio de los demás, etc.

El Evangelio es el horizonte

Es una propuesta que permite la relación fe-cultura-vida al integrar los valores evangélicos y las actividades solidarias, de voluntariado y de servicio a la comunidad en las áreas curriculares. En este sentido, el ApS bien podría ser “una metodología activa mediante la cual reivindicar el carácter público del cristianismo y su indispensabilidad para construir la paz y el encuentro”

(Isabel Gómez Villalba, 2017).