
LLAMADOS A RESPONDER COMO EDUCADORES EN ESTE MUNDO BENDECIDO Y ROTO
Por una paz justa, desarmada y desarmante en Gaza
Como familia del Sagrado Corazón, la contemplación del corazón traspasado de Jesús que se hace presente en el corazón herido de la humanidad, nos impulsa a solidarizarnos con los pobres, los desplazados y los excluidos, a defender a las víctimas de la violencia y los abusos de poder, y a comprometernos en procesos de transformación social (Declaración del Compromiso de la JPIC, Sociedad del Sagrado Corazón, 2018).
En nuestro mundo bendecido y roto son muchas las guerras y conflictos, las situaciones de violencia, los colectivos humanos vulnerables y descartados, las desigualdades sociales o los efectos que causan los desastres naturales… Todas estas realidades nos interpelan e inspiran nuestra solidaridad. Como educadores “abiertos al mundo y atentos a sus llamadas” damos espacio a estas realidades en nuestras aulas, no solo para ayudar a nuestros estudiantes a comprender la complejidad de los sistemas políticos, económicos y sociales que generan la pobreza, la guerra y la injusticia, sino también para invitarles a ser protagonistas de los cambios que hagan un mundo cada vez más justo.
Por eso, elevamos nuestra voz para manifestar nuestro dolor ante el sufrimiento del pueblo de Gaza. Y la unimos a la del papa León, que ya desde su primer saludo el día de su elección nos animaba a vivir una “paz desarmada y una paz desarmante, humilde y perseverante” y que no se ha cansado de pedir el cese de la violencia y la búsqueda de caminos de justicia y reparación. Y nos unimos a las voces que desde la comunidad eclesial claman por el fin de todas las acciones que provocan hambre, muerte y destrucción de civiles inocentes y reclaman el acceso de la población a una ayuda humanitaria digna y suficiente. Nos unimos también a las voces de tantos hombres y mujeres de buena voluntad que, sin distinción de credos o ideologías, lloran, se indignan y exigen que se ponga fin a esta locura.
Ahora, cuando se cumplen dos años del horror de los ataques terroristas del 7 de octubre de 2023, los bombardeos masivos y la ofensiva terrestre del ejército de Israel han dejado en ruinas la mayor parte de la franja de Gaza, provocando más de 68.000 muertos. La crisis humanitaria ha sido terrible y ha causado un sufrimiento inmenso a la población civil inocente y de manera especialmente grave, a los niños. Se calculan en más de 20.000 los niños y niñas que han muerto víctimas del conflicto y sus consecuencias. En agosto, la ONU declaró la hambruna en Gaza, asegurando que es un fracaso de la humanidad y un crimen de guerra. Cáritas Internacional afirmó que todos estos actos aborrecibles “representan un desprecio flagrante de los valores y principios fundamentales de la humanidad y violan claramente el derecho internacional humanitario, los derechos humanos y numerosas disposiciones de convenciones internacionales”.
Como educadores y educadores que participan en la hermosa tarea de acompañar el crecimiento de niños, niñas y jóvenes en nuestras aulas, patios y pasillos, nos rompe el corazón la terrible realidad de los miles de niños y niñas palestinos que han dejado este inicio de curso sus pupitres vacíos. Florencio Roselló, arzobispo de Pamplona, escribía recientemente en una carta: “Hoy, los niños de Gaza son el rostro del Cristo hambriento, pobre, delgado… buscando qué comer, buscando dónde ir, son el rostro del Cristo que muere baleado”.
En estos días se ha abierto un débil e incierto camino para la esperanza. La negociación, aun siendo todavía incipiente, ha permitido que dejen de caer bombas sobre Gaza, el regreso de los rehenes a sus casas, el comienzo de la entrada de la ayuda humanitaria y la posibilidad de ver la luz al final de tanta oscuridad.
Es el momento de seguir apostando por la paz. Por eso, en nombre de los niños y niñas de Gaza a los que se les está arrebatando la vida, el futuro y la esperanza, rogamos misericordia y exigimos que el alto el fuego sea permanente, que el acceso de la ayuda humanitaria sea total, suficiente y sin restricciones, y que la negociación continúe con la búsqueda leal de soluciones a largo plazo que garanticen una paz justa y duradera para todos.
Por nuestra parte, urgidos por los gritos de las víctimas e inspirados por la larga y profunda tradición que une a la familia del Sagrado Corazón en la lucha por la paz, la justicia y la integridad de la creación, nos comprometemos a expresar la compasión, que es un imperativo de nuestra espiritualidad, a través de la oración por la paz en esa tierra santa; y nos comprometemos también a llevar a cabo acciones concretas de sensibilización y solidaridad en nuestros centros que ayuden a nuestro alumnado a comprender con capacidad crítica la complejidad de este conflicto y a apostar con esperanza por la vida y la dignidad de tantas víctimas inocentes.
Deseamos que una verdadera conversión de los corazones pueda hacer realidad los esfuerzos de tantos por la paz y la justicia.
FUNDACIÓN EDUCATIVA SOFÍA BARAT






