Todo lo que hacemos en nuestros centros debe ser buena noticia para nuestra comunidad educativa: la metodología, la organización, las relaciones… todo está impregnado de un talante evangelizador que es responsabilidad de todos los educadores del centro.
                
            
        
    
 
    
        
            
            
            
                
                    Desarrollamos en nuestro alumnado la competencia espiritual: la búsqueda del sentido de la vida, la vivencia del misterio que habita en el interior de cada persona y en el mundo que nos rodea, la capacidad de descubrir que otros viven esa misma experiencia y de expresarla y compartirla.
                
            
        
    
 
    
        
            
            
            
                
                    En nuestra acción educativa promovemos un diálogo coherente entre fe, cultura y vida en actitud de escucha, encuentro y acogida de la diversidad